Los marimos no son solo decoración:

son un pedacito de lago en tu hogar.

Un ser vivo que puedes cuidar

Aunque parecen musgo, los marimos son en realidad una alga filamentosa (Aegagropila linnaei) que forma estructuras esféricas gracias a su crecimiento lento y uniforme. Su textura es suave, esponjosa y fresca, y pueden vivir durante décadas si reciben los cuidados adecuados.

Una criatura suave, paciente y llena de vida

Cada marimo tiene su propio ritmo. Crece muy lentamente —apenas unos milímetros por año— y puede vivir durante décadas, incluso más de un siglo si se le cuida con cariño. Su color verde intenso varía según la luz que reciba, y su textura es densa pero delicada, como una pequeña almohadilla natural. Aunque es un organismo acuático, el marimo “respira”, se adapta y responde a su entorno: a veces flota, otras se hunde, y puede cambiar de posición dentro de su frasco a lo largo del día. Esa pequeña danza acuática es parte de su encanto silencioso. En su estado natural, el movimiento del agua lo mantiene rodando para conservar su forma esférica. En casa, basta con moverlo suavemente de vez en cuando para ayudarlo a mantenerse redondo y saludable. Si está contento, su color se mantiene brillante y parejo; si algo no va bien, lo expresa sutilmente a través de cambios en su aspecto, como quien susurra que necesita un poco más de atención.